La Fuente de la Creatividad (003)

Comenzamos con todo: todo lo visto, todo lo hecho, todo lo pensado, todo lo sentido, todo lo imaginado, todo lo olvidado,

y todo lo que permanece sin hablar y sin pensarse en nuestro interior.

Este es nuestro material fuente, y a partir de él construimos cada momento creativo.

Este contenido no proviene de nuestro interior.

La Fuente está ahí fuera. Una sabiduría que nos rodea, una oferta inagotable que siempre está disponible.

Podemos percibirla, recordarla o sintonizar con ella. No solo a través de nuestras experiencias. También pueden ser sueños, intuiciones, fragmentos subliminales u otras formas aún desconocidas por las cuales lo exterior encuentra su camino hacia el interior.

Para la mente, este material parece provenir de nuestro interior. Pero eso es una ilusión. Hay pequeños fragmentos de la vastedad de la Fuente almacenados

dentro de nosotros. Estos preciosos destellos surgen del inconsciente como vapor y se condensan para formar un pensamiento. Una idea.

Puede ser útil pensar en la Fuente como una nube.

Las nubes nunca desaparecen realmente. Cambian de forma. Se convierten en lluvia y forman parte del océano, luego se evaporan y vuelven a ser nubes.

Lo mismo sucede con el arte.

El arte es una circulación de ideas energéticas. Lo que las hace parecer nuevas es que se combinan de manera diferente cada vez que regresan. No hay dos nubes iguales.

Es por eso que cuando nos impacta una nueva pieza de arte, puede resonar en un nivel más profundo.

Quizás esto sea lo familiar, volviendo a nosotros en una forma no familiar. O tal vez sea algo desconocido que no nos dimos cuenta de que estábamos buscando. Una pieza faltante en un rompecabezas que no tiene fin.

Convertir algo de una idea en una realidad

puede hacer que parezca más pequeño.

Cambia de ser celestial a terrenal.

La imaginación no tiene límites.

El mundo físico sí los tiene.

La obra existe en ambos.